domingo, 20 de julio de 2014

4.

Daba vueltas, sudaba, daba más vueltas. Así una y otra vez a lo largo de toda la noche.

-Tía, tía despierta, ¿qué te pasa? Estás sudando... ¿Es una pesadilla?

Las manos de Noe me acariciaban el pelo. Ya estaba más tranquila. Y sí, era una pesadilla. La misma de siempre. Miré el reloj. Menos mal, las ocho y diez. Teníamos clase a las 9.
Me incorporé y vi que estaba tensa. Y la sensación de agobio y culpabilidad volvía a estar en mi interior.

-Buenos días. Me habías asustado un poco Marta. Me he despertado con la alarma del móvil y al mirarte te he visto super nerviosa y tensa. Tienes calor, ¿verdad? Te traigo agua.
-Estoy bien, no te preocupes. Es una pesadilla que tengo desde hace un tiempo. Pero no es nada, de verdad.
-¿Siempre la misma? No me habías contado eso.
-No me hace mucha gracia como para contarla. Tampoco le he dado tanta importancia.
-Ahora tengo curiosidad. - me espetó - Pero como quieras.

Noe salió de la habitación para saludar a sus compañeras. Me las presentó hace algunos meses. Eran simpáticas. De otro estilo pero simpáticas.
Volvió y encendió la radio. Estaba sonando 'Just Give Me A Reason' de P!nk.

''...Just give me a reason 
Just a little bit's enough 
Just a second we're not broken just bent 
And we can learn to love again... ''

And we can learn to love again... Andaaaaaa, Julio, Javi y Carlos. 

-Noeeeeee, necesito tu consuelo. Dime que ayer no la lié demasiado.
-Hombre por liar... Te liaste con alguno.
-Te conté lo de Javi entonces. Joder, osea me acuerdo pero no, por qué. Qué hago con mi vida - me quejé.

Miré el móvil. Cuatro conversaciones. Una era Carla dándonos los buenos días. Otra era mi madre por grabaciones de voz diciéndome que estaba enfadada y que esta tarde hablaríamos. Se preveía una buena pelea. Las otras dos eran, una Julio y otra Javi. Ambos me daban los buenos días. Lo estaba flipando. ¿Me conocían de una noche y ya se acordaban de mí al levantarse? Este pensamiento me sacó una sonrisa matutina. Les contesté lo más simpática posible a ambos y dándoles las gracias por lo bien que me lo había pasado.

-Vamos a llegar tarde - Escuché una voz desde la cocina. - ¿Quieres una manzana o un donut?
-Esta gorda prefiere un donut. - Contesté. 

Se escuchó una risa que provenía de otro cuarto.
Noe volvió a la habitación con una manzana y un donut, ambos en una servilleta. Me fijé en que ella ya estaba vestida. Eran las ocho y treinta y dos.

-Tú siempre tan sana, nena. Necesito que me prestes aunque sea una camiseta, no puedo ir así a clase. -Dije señalando la ropa de anoche.
-Mejor será. - se rió. - Ésta te pega, es de tu estilo.

Cogí los vaqueros ajustados y la camiseta. Era de color azul oscuro, algo ancha y cortita por la barriga. En el centro tenía dibujada una gran calavera en blanco. Qué decir, era totalmente de mi estilo y me encantaba.
Me peiné las ondas lo más rápido que pude y me eché rímel. Las nueve menos cuarto. Teníamos el tiempo justo para salir y llegar a la primera clase.
En el camino Noelia volvió a preguntarme por la pesadilla y decidí contársela.

-Verás, la tengo desde hace un tiempo y siempre es igual, a lo mejor varía un pequeño detalle, pero nada importante. Siempre estamos en una habitación con las paredes de un tono naranja pastel muy cálido. Bueno, cálido al principio luego...
-¿Estáis? ¿Quién? - me preguntó emocionada.
-Pues un hombre. Y también una mujer. Y un chico y yo. Déjame ir en orden.
-¿Qué chico...? - se puso chinchosa.

Y entonces mi mente se aclaró. Me paré en seco en mitad de la calle. Mi cara se descompuso. Palidecí de golpe. Mi pesadilla había cambiado. En concreto la cara del chico de mi pesadilla había cambiado. Ahora sí que lo conocía. Era totalmente... CARLOS.
ERA CARLOS. ¿Cómo iba a ser eso? Mi consciente me estaba gastando una broma pesada.

-Va...va... vale. Ahora sí que necesito contarte este sueño. - tartamudeé.

''Siempre estoy en una habitación con paredes naranja pastel que es muy cálida. Se supone que en la habitación no hay nadie pero al girarme está él.'' ''¿Él quién?'' ''Carlos tía, es Carlos. Te cuento. Cuando comencé a tener el sueño ese chico tenía cara pero no lo conocía de nada. De hecho estoy pensando que cada día cambiaba un poco, algún rasgo, pero siempre era el mismo chico. Y ayer cuando me choqué con Carlos en la fuente su cara me sonaba un montón pero no sabía de qué. ¡Era de mi sueño! No son iguales pero sí que se parecen. Y hoy... hoy el chico tenía su cara. Joder, que es Carlos.'' ''Tranquila que es un sueño Marta. La imaginación nos hace estas cosas. Además cuéntame el sueño ¿no? '' ''Total, que me giro y lo veo ahí de pie, mirándome fijamente. Y al principio esa mirada es dulce y cariñosa. Incluso protectora. Y luego... se oye un disparo.'' ''¡¿Un disparo?!'' ''Un disparo. Y la mirada de Carlos se vuelve fría, seria, distante. Me mira con odio. Con ganas de vengarse. Y entonces es cuando me miro la mano y veo un arma. Tengo una pistola en la mano, tía. Una pistola. Y debajo mía hay un hombre.'' ''Me estás empezando a asustar. ¿Has matado a alguien?'' ''No tiene gracia. En el sueño el hombre está muerto. Hay sangre en el suelo y yo tengo el arma. ¿Qué quieres que piense? ¿De qué me siento culpable realmente? ¿Lo he matado yo? Lo único que oigo es un disparo y un arma que aparece en mi mano. Y la mujer que te decía baja al oír los ruidos y empieza a llorar desconsolada al ver la escena. Y siempre me despierto al volver a mirar los ojos de aquel chico... El que ahora resulta ser Carlos.''

Me callo aquí. Le he contado todo el sueño a Noelia porque tenemos confianza pero lo que no le he contado son las sensaciones que me produce. Tampoco quiero hacerlo. ¿Cómo describir algo que te hace daño?

- Me has dicho que no le dabas importancia pero... No sé. Es como mínimo intrigante. De verdad que cuando te has despertado estabas muy agitada. - Y mientras me lo decía me regaló un abrazo en parte de consuelo, en parte de amistad y en parte para aclarar: 'Eh, que estoy aquí para lo que quieras.'

Y lo sé. Sé que va a estar para mí sin necesidad de que me lo recuerde pero aún así me callo y no le cuento todo lo demás. 
No le cuento el dolor que siento cuando me despierto tras mirar esos ojos llenos de odio hacia mí. No le cuento la pena que me transmite esa mujer arrodillada junto al hombre. No le cuento toda la culpabilidad que me produce oír el disparo e instantes después tener yo el arma en la mano. No le cuento la presión que me ejercen esas cuatro paredes de color naranja cálido al volverse frías y aprisionadoras. No le cuento que siempre quiero correr pero no sé a dónde. No le cuento el dolor de cabeza con el que me levanto, ni el mareo que me produce toda aquella sangre. No le cuento el recuerdo imborrable de aquella alfrombra manchada ni el sonido que producen mis sollozos ante tal escena. Todos esos sentimientos no se los cuento ni a ella, ni a nadie.

Y ahora he de incorporar una cara nueva. La de Carlos. Ese chaval que acaba de llegar, que ha entrado en mi vida y de qué manera. Siendo protagonista de una pesadilla que me atormenta y de una amistad que no pinta nada mal. Dos sentimientos distintos que me hacen estar totalmente descuadrada. ¿Cómo sobrellevaría eso? ¿Debía contarle de qué me sonaba su cara? ¿Y si él me dijo lo mismo sólo por entablar conversación? ¿Y si él tenía un sueño parecido? 
Me estaba rayando como nunca pero no era para menos.
Y así llegué a clase, inmersa en mis pensamientos, escuchando de vez en cuando lo que me decía Noelia pero sin prestarle demasiada atención y sobretodo pensando en él. En Carlos. Y en el giro que había tomado mi sueño con sólo un dato más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario