domingo, 20 de julio de 2014

4.

Daba vueltas, sudaba, daba más vueltas. Así una y otra vez a lo largo de toda la noche.

-Tía, tía despierta, ¿qué te pasa? Estás sudando... ¿Es una pesadilla?

Las manos de Noe me acariciaban el pelo. Ya estaba más tranquila. Y sí, era una pesadilla. La misma de siempre. Miré el reloj. Menos mal, las ocho y diez. Teníamos clase a las 9.
Me incorporé y vi que estaba tensa. Y la sensación de agobio y culpabilidad volvía a estar en mi interior.

-Buenos días. Me habías asustado un poco Marta. Me he despertado con la alarma del móvil y al mirarte te he visto super nerviosa y tensa. Tienes calor, ¿verdad? Te traigo agua.
-Estoy bien, no te preocupes. Es una pesadilla que tengo desde hace un tiempo. Pero no es nada, de verdad.
-¿Siempre la misma? No me habías contado eso.
-No me hace mucha gracia como para contarla. Tampoco le he dado tanta importancia.
-Ahora tengo curiosidad. - me espetó - Pero como quieras.

Noe salió de la habitación para saludar a sus compañeras. Me las presentó hace algunos meses. Eran simpáticas. De otro estilo pero simpáticas.
Volvió y encendió la radio. Estaba sonando 'Just Give Me A Reason' de P!nk.

''...Just give me a reason 
Just a little bit's enough 
Just a second we're not broken just bent 
And we can learn to love again... ''

And we can learn to love again... Andaaaaaa, Julio, Javi y Carlos. 

-Noeeeeee, necesito tu consuelo. Dime que ayer no la lié demasiado.
-Hombre por liar... Te liaste con alguno.
-Te conté lo de Javi entonces. Joder, osea me acuerdo pero no, por qué. Qué hago con mi vida - me quejé.

Miré el móvil. Cuatro conversaciones. Una era Carla dándonos los buenos días. Otra era mi madre por grabaciones de voz diciéndome que estaba enfadada y que esta tarde hablaríamos. Se preveía una buena pelea. Las otras dos eran, una Julio y otra Javi. Ambos me daban los buenos días. Lo estaba flipando. ¿Me conocían de una noche y ya se acordaban de mí al levantarse? Este pensamiento me sacó una sonrisa matutina. Les contesté lo más simpática posible a ambos y dándoles las gracias por lo bien que me lo había pasado.

-Vamos a llegar tarde - Escuché una voz desde la cocina. - ¿Quieres una manzana o un donut?
-Esta gorda prefiere un donut. - Contesté. 

Se escuchó una risa que provenía de otro cuarto.
Noe volvió a la habitación con una manzana y un donut, ambos en una servilleta. Me fijé en que ella ya estaba vestida. Eran las ocho y treinta y dos.

-Tú siempre tan sana, nena. Necesito que me prestes aunque sea una camiseta, no puedo ir así a clase. -Dije señalando la ropa de anoche.
-Mejor será. - se rió. - Ésta te pega, es de tu estilo.

Cogí los vaqueros ajustados y la camiseta. Era de color azul oscuro, algo ancha y cortita por la barriga. En el centro tenía dibujada una gran calavera en blanco. Qué decir, era totalmente de mi estilo y me encantaba.
Me peiné las ondas lo más rápido que pude y me eché rímel. Las nueve menos cuarto. Teníamos el tiempo justo para salir y llegar a la primera clase.
En el camino Noelia volvió a preguntarme por la pesadilla y decidí contársela.

-Verás, la tengo desde hace un tiempo y siempre es igual, a lo mejor varía un pequeño detalle, pero nada importante. Siempre estamos en una habitación con las paredes de un tono naranja pastel muy cálido. Bueno, cálido al principio luego...
-¿Estáis? ¿Quién? - me preguntó emocionada.
-Pues un hombre. Y también una mujer. Y un chico y yo. Déjame ir en orden.
-¿Qué chico...? - se puso chinchosa.

Y entonces mi mente se aclaró. Me paré en seco en mitad de la calle. Mi cara se descompuso. Palidecí de golpe. Mi pesadilla había cambiado. En concreto la cara del chico de mi pesadilla había cambiado. Ahora sí que lo conocía. Era totalmente... CARLOS.
ERA CARLOS. ¿Cómo iba a ser eso? Mi consciente me estaba gastando una broma pesada.

-Va...va... vale. Ahora sí que necesito contarte este sueño. - tartamudeé.

''Siempre estoy en una habitación con paredes naranja pastel que es muy cálida. Se supone que en la habitación no hay nadie pero al girarme está él.'' ''¿Él quién?'' ''Carlos tía, es Carlos. Te cuento. Cuando comencé a tener el sueño ese chico tenía cara pero no lo conocía de nada. De hecho estoy pensando que cada día cambiaba un poco, algún rasgo, pero siempre era el mismo chico. Y ayer cuando me choqué con Carlos en la fuente su cara me sonaba un montón pero no sabía de qué. ¡Era de mi sueño! No son iguales pero sí que se parecen. Y hoy... hoy el chico tenía su cara. Joder, que es Carlos.'' ''Tranquila que es un sueño Marta. La imaginación nos hace estas cosas. Además cuéntame el sueño ¿no? '' ''Total, que me giro y lo veo ahí de pie, mirándome fijamente. Y al principio esa mirada es dulce y cariñosa. Incluso protectora. Y luego... se oye un disparo.'' ''¡¿Un disparo?!'' ''Un disparo. Y la mirada de Carlos se vuelve fría, seria, distante. Me mira con odio. Con ganas de vengarse. Y entonces es cuando me miro la mano y veo un arma. Tengo una pistola en la mano, tía. Una pistola. Y debajo mía hay un hombre.'' ''Me estás empezando a asustar. ¿Has matado a alguien?'' ''No tiene gracia. En el sueño el hombre está muerto. Hay sangre en el suelo y yo tengo el arma. ¿Qué quieres que piense? ¿De qué me siento culpable realmente? ¿Lo he matado yo? Lo único que oigo es un disparo y un arma que aparece en mi mano. Y la mujer que te decía baja al oír los ruidos y empieza a llorar desconsolada al ver la escena. Y siempre me despierto al volver a mirar los ojos de aquel chico... El que ahora resulta ser Carlos.''

Me callo aquí. Le he contado todo el sueño a Noelia porque tenemos confianza pero lo que no le he contado son las sensaciones que me produce. Tampoco quiero hacerlo. ¿Cómo describir algo que te hace daño?

- Me has dicho que no le dabas importancia pero... No sé. Es como mínimo intrigante. De verdad que cuando te has despertado estabas muy agitada. - Y mientras me lo decía me regaló un abrazo en parte de consuelo, en parte de amistad y en parte para aclarar: 'Eh, que estoy aquí para lo que quieras.'

Y lo sé. Sé que va a estar para mí sin necesidad de que me lo recuerde pero aún así me callo y no le cuento todo lo demás. 
No le cuento el dolor que siento cuando me despierto tras mirar esos ojos llenos de odio hacia mí. No le cuento la pena que me transmite esa mujer arrodillada junto al hombre. No le cuento toda la culpabilidad que me produce oír el disparo e instantes después tener yo el arma en la mano. No le cuento la presión que me ejercen esas cuatro paredes de color naranja cálido al volverse frías y aprisionadoras. No le cuento que siempre quiero correr pero no sé a dónde. No le cuento el dolor de cabeza con el que me levanto, ni el mareo que me produce toda aquella sangre. No le cuento el recuerdo imborrable de aquella alfrombra manchada ni el sonido que producen mis sollozos ante tal escena. Todos esos sentimientos no se los cuento ni a ella, ni a nadie.

Y ahora he de incorporar una cara nueva. La de Carlos. Ese chaval que acaba de llegar, que ha entrado en mi vida y de qué manera. Siendo protagonista de una pesadilla que me atormenta y de una amistad que no pinta nada mal. Dos sentimientos distintos que me hacen estar totalmente descuadrada. ¿Cómo sobrellevaría eso? ¿Debía contarle de qué me sonaba su cara? ¿Y si él me dijo lo mismo sólo por entablar conversación? ¿Y si él tenía un sueño parecido? 
Me estaba rayando como nunca pero no era para menos.
Y así llegué a clase, inmersa en mis pensamientos, escuchando de vez en cuando lo que me decía Noelia pero sin prestarle demasiada atención y sobretodo pensando en él. En Carlos. Y en el giro que había tomado mi sueño con sólo un dato más.

miércoles, 9 de julio de 2014

3.

Llegué a casa media hora después. El autobús había tardado menos esta vez porque no se subió mucha gente e incluso pudo saltarse alguna parada.
Estaba cansada y eso que el día no había sido para nada ajetreado sin embargo, tenía ganas de quedar esta noche con Noelia. Hacía tiempo que no salíamos las dos solas y así podría contarme un poco mejor todo eso de Martín.
Yo no sabía más que lo que ella me había contado en algún intercambio y lo que había podido sonsacarle.
En ese aspecto es verdad que Noe era muy pero que muy discreta. Si tenía algo por ahí no nos enterábamos a no ser que nos lo contara.
En cambio, cuando a mí me gustaba alguien parecía que todos lo veían. Mi cara era totalmente transparente con respecto a mis opiniones. Si me gustaba alguien y me hablaba me ponía roja. Si me guiñaba alguien el ojo me ponía nerviosa. Si me caía alguien mal mi cara lo reflejaba. Si se metía conmigo el Bigotes... En fin. Y como además soy muy de payasadas me tiro el día haciendo muecas. En ese aspecto mi cara es el reflejo de mi alma y no podía ni puedo evitarlo.

-Mamá ya he llegado. - dije mientras tarareaba una canción de James Blunt.
-Te he dejado un poco de comida en la encimera de la cocina.
-¿¿¿Ya habéis comido???? Que no me gusta comer sola, jope. - protesté.
-Es que tu padre ha llegado antes y teníamos hambre. Por cierto esta tarde vamos a visitar a nuestros amigos de Algete. Te quedas sola, ¿vale?
-Síiiiiiiiiiii mamáaaaaa - solté poniendo mala cara.

Odiaba comer sola. Era de esas cosas que siempre me habían parecido tristes. Comer solo. Tan solo decirlo ya sonaba triste. De hecho, me daba muchísima pena esa gente que en la facultad tenía que comer sola. Alguna vez le dije a mis amigas, en broma claro, de sentarnos al lado de alguno y ver qué pasaba.
Acabé al rato de tomarme el pollo y el postre y me fui a mi cuarto. Encendí el ordenador y abrí varias ventanas. Una para facebook, otra para twitter y en otra Spotify. Era mi rutina diaria. No me gusta admitirlo pero, creo que no sabría qué hacer sin esas dos redes sociales y sin música. Haciendo que suene dramático...Me moriría. No sería capaz de estar sin escuchar a Guns N' Roses, The Fray, Lady Gaga, Pablo Alborán y todo esos artistas que hacían de mi gusto musical algo variado.

Ops, tenía una nueva solicitud de amistad en Facebook. Se me abrieron los ojos como platos y el corazón empezó a latirme más rápido. Carlos me estaba pidiendo que lo agregara. Por mi mente pasaron todas esas fotos que podría ver suyas cuando quisiera y en definitiva las mil maneras de cotillearle toda su vida. Acepté sin pensarlo dos veces. Luego caí en que él también podría ver las mías y me arrepentí de no pensar las cosas dos veces. Aún así merecía la pena totalmente.
Me estaba flipando demasiado con él y solo lo conocía de un maldito día. ¿Qué me estaba pasando?

Llegaron las diez de la noche sorprendentemente rápido. Me puse unos vaqueros largos ajustados, una camisa azul con la espalda de encaje y me maquillé un poco. Nunca lo hacía en exceso porque sería hipócrita con mi propia opinión. Cambiar tu cara por completo gracias al maquillaje me parecía una gilipollez, pero no por eso iba a ser menos coqueta.
No salíamos de fiesta así que pasé de los tacones y me puse unas sandalias nuevas que tenía.
Mis padres aún no habían llegado y se me olvidó decirles que iba a salir un poco esa noche así que decidí escribirles una nota para que no se preocuparan y que cogía el coche para poder volver luego.
No les gustaba dejarme el coche por las noches porque no querían que bebiera por cualquier motivo y luego condujera. Sabían que era responsable pero claro, se sentían mejor previniendo. Aún así, esa noche no estaban y por tanto, no había excusas.

Llegué al sitio en el que había quedado con Noe diez minutos antes por lo que me senté a esperarla. Menos mal que llegó puntual. Decidimos cambiar de bar de tapas e innovar un poco.
Acabamos entrando en un garito que por fuera no llamaba excesivamente la atención pero por dentro estaba bastante cuidado y renovado.Se llamaba El Nogaste, y en contra de todo pronóstico estaba bastante lleno. Tenía las paredes de color anaranjado y las luces generales eran cálidas pero sin ser muy luminosas, lo que le daba un toque más íntimo.
Un camarero muy atento y simpático nos consiguió una mesa para dos en poco tiempo. Nos sentaron entre una pareja empalagosa y un grupo de 4 chicos que nos estuvieron mirando desde el momento en que entramos.

-Qué incómodo. - me dijo Noe sonriendo - ¿Has visto cómo miran?
-Sí. A lo mejor les has gustado. Ah no, perdona, que ya tienes novio. - la piqué claramente.
-No es mi novio y lo sabes.
-Sinceramente no, no lo sé. - Me reí - Me lo vas a contar todo ya o qué.
-¿Qué les apetece de beber? - nos preguntó el camarero simpático.
-Coca-cola.
-Para mí otra, por favor. - coincidí.
-En un momento os la traigo.

Me sonrió. Sí que era un camarero simpático pero, ¿tanto? A lo mejor le había gustado, empecé a desvariar.

-Tía, hoy te has puesto muy guapa. ¿A quién vas a ver?
-A mi amigo el imaginario si te parece jajaja. Ey, no me desvíes del tema. Quiero saberlo tooodo. TO-DO.
-Está bien. ¿Por dónde empiezo? - intentó hacerse la interesante.

''Lo conocí en la piscina hará un par de semanas. Sabes que siempre voy allí los Martes y que nunca hay nadie. Pues ese día estaba él. Al principio pensé que era monitor por la forma que tenía al hablar con todos los demás y fui a preguntarle si podía escoger otro material con el que hacer mis ejercicios.'' ''Lo estoy viendo todo, si es que empieza ya como una historia bonita.''

Nos trajeron la bebida ya con las tapas y todo.
-Aquí tenéis las bebidas. Y una tapa especial para las chicas más guapas que han pisado esto hoy.
Estaba claro que era una forma de asegurarse clientes. Adiós sueño de camarero guapo.

 ''Total que la vergüenza que me dio, en serio. Imagínate. Al principio se rió de mí. Me dijo que sí y que cuál me traía. Yo no sabía cuales había y lo acompañé al armario del material. Y estando allí va y me dice que no tiene la llave. Yo me extrañé y me dice, es que no soy monitor. Solo soy alguien que ha venido a nadar un rato. Claro, mis colores subieron como la espuma. Y él empezó a reírse. Me dijo que se llamaba...'' ''Martín. Creo que es lo único que sé de él. A parte de que es más alto que tú y por lo que me acabas de contar, que es jodidamente perfecto.'' ''Tú exagera más Marta, no me hagas reír anda. Y ya pues lo veo todos los Martes en la piscina. La verdad es que es muy simpático y tiene tema de conversación para todo.'' ''¿Pero entonces estáis saliendo? ¿Váis en serio?'' ''No me quiero emocionar ni creerme cosas que no son pero creo que le gusto bastante.'' ''Chica no me hagas reír, eso lo veo hasta yo y no me sé la mitad de la historia.'' ''El Martes pasado, anteayer, me preguntó que si quería ir al cine con él este fin de semana. Es la primera vez que vamos a quedar fuera de la piscina. Y estoooooooy nerviosa. Mucho. Muy muy muy mucho.'' ''No lo estés, en serio. Te conozco solo de lo que llevamos de curso y te puedo asegurar que eres de las mejores personas que tengo en mi vida. Sólo con tu personalidad ya lo vas a enamorar. Si es que no lo está ya.''

Me dio un codazo y empezó a ponerse roja. Se lo había dicho totalmente en serio y porque además quería animarla. Se veía que le gustaba un montón y me alegraba por ella. Se la veía feliz. Supongo que era la ilusión de gustarle a alguien que a ti también te gusta. ¿Alguna vez sentiría eso?
Tras terminar la segunda ronda fuimos a pagar.

-Anda 1.50 cada bebida. Es súper barato.
-Claro, ahora entiendo el nombre del bar. El No-Gaste. Tiene gracia. - me reí.

Teníamos pensado ir a dar una vuelta por el centro. De noche pasear por Madrid era todo un placer. Había gente de todas las edades caminando sin prisas, las luces eran más bonitas y cálidas, y el fresco rozándote en la cara y removiéndote el pelo era todo un placer. Me encantaba Madrid de noche.
Pero antes de salir por la puerta alguien nos llamó. Me giré y vi a los chicos de la mesa de al lado haciendo gestos. No veía de lejos así que no le di importancia y salimos por la puerta. Uno de los chicos salió detrás nuestra.

-Eh, esperad por favor.
-¿Pasa algo? - se decidió Noe a preguntar.
-No, es que mis amigos y yo queríamos invitaros a tomar algo. ¿Os apetece o tenéis ya planes?
-Para nada. Osea que para nada tenemos planes, lo de apetecernos... - miré a Noe como preguntándole qué quería hacer. - Si nos invitáis de verdad... - le sonreí.
-Yo soy Javi, encantado - me tendió la mano. - Encantado. - se giró hacia Noe.

¿Qué había pasado con eso de presentarse con dos besos? Ahora un apretón de manos era suficiente para ellos.
Salieron sus amigos del bar riéndose a carcajada limpia mientras nos buscaban a los tres con la mirada.

-Coño, creíamos que no habías conseguido pararlas - se rieron.
-Muy graciosos, por favor. - He hizo un gesto señalándose a sí mismo. -Por cierto no me habéis dicho vuestros nombres. -Se dirigió a nosotras.
-Ah, perdona. Yo soy Noelia.
-Y yo Marta. Encantada.
-Yo soy Óscar.
-Yo Ricardo pero me podéis decir Ricky o Ric, lo que prefiráis.
-Y yo soy Julio.
-¿Entonces os venís con nosotros? Vamos en busca de un pub. - Nos preguntó Javi.
-Tampoco nos podemos quedar mucho rato. - dije - Mañana tenemos clase.
-¿Qué carrera estudiáis? Porque el curso se ve a leguas que sois de primerillo. - Nos chinchó Ric.
-¿A leguas? Estudiamos ingeniería química - se preocupó Noe.
-Te está tomando el pelo, es por lo de ''tenemos clase mañana''. Ya veréis como el año que viene pasáis de eso y salís igualmente. - le contesto Óscar.
-Así que tenemos aquí a dos ingenieras. Mira que monas. - Dijo Javi.
-¿Y vosotros que estudiáis? - se me ocurrió preguntar aún sin estar segura de querer saber la respuesta.
-Óscar y yo estamos en 3º de arquitectura. - me contestó Julio acercándose un poco. -Y Javi y Ric están en 2º de ingeniería electrónica.

Estuvimos caminando un rato hablando de todo, nos hacían preguntas y nosotros a ellos. Al principio me parecieron un poco creidillos, como me lo parecen todos,  pero luego me cayeron bastante bien. Sobretodo Javi y Julio. Me hacían reír con mucha facilidad.
Estuvimos un par de horas en un pub que empezó a llenarse conforme pasaban los minutos del reloj hasta tal punto de no caber un gato.
Los chicos nos invitaron a un par de copas y acabé pasándome lo de conducir por donde yo sé. La verdad, no sé qué me ocurrió pero estaba tan a gusto con ellos... Que me olvidé de todo. Hasta de la hora que era.
En mitad de la noche salió la canción de Hurt de Christina Aguilera pero pinchada y Julio me sacó a bailar.
Bueno bailar... qué serio suena. Vamos, que nos intercalamos entre la gente y nos pusimos a hacer el tonto un rato. Me invitó a otra copa. ''Una vez que empiezas no paras'' decía mi abuela. Al final iba a tener razón.
Total, que una cosa llevó a la otra y acabé liándome con él.
Me había liado con más chicos antes pero los solía conocer de algún tiempo, o de haber hablado con ellos antes y tal. Me sorprendí a mí misma y más aún a Noelia que, aún teniendo su puntillo, me miraba con cara de ''¿qué leches le pasa a ésta?''.
Volvamos a Julio. Esa noche me lié con él sí, pero ¿y lo bien que besaba? Era suave y sabía bien. Sus labios acariciaban los míos y yo sentía calor. Estaba borracha, de acuerdo, pero eso no quitaba que me gustara. Me acariciaba la cara y yo le cogía el pelo, tan suave entre mis dedos...

-Marta, salgamos fuera. - me dijo al oído con su voz grave.

En esas condiciones lo seguiría a donde me dijera. El alcohol me nublaba pensar y si a eso le añadías una gran atracción física obtenías un cóctel Mólotov imposible de parar.
Al parecer el aire fresco me despejó un poco. Y se me ocurrió mirar el reloj. Las 5am.

-¿Pero qué...?
-¿Ocurre algo? - me preguntó preocupado.
-Es tardísimo. Me van a matar. Nos van a matar. Tengo que ir a por Noe.
-Espera, voy yo y la traigo que tú estando así te pierdes por ahí dentro - me dijo picándome.

Entró por la puerta dejándome sola en la entrada. No sé si eso fue una buena idea. Seguía estando un poco borracha pero por lo menos ahora podía pensar. Me había liado con Julio. Julio. Julio. Julio y sus impresionantes ojos verdes. Julio. Julio. Julio y su boca. Julio. Julio. Julio y sus fuertes brazos. Julio. Julio. Su nombre se repetía en mi cabeza una y otra vez y mi barriga la estaban ocupando seres que me hacían sentir cosquillas.
En ese momento salió por la puerta Javi y se acercó a mí. Iba bastante borracho. Me saludó y se sentó a mi lado.

-Ey, ¿qué haces aquí sola?
-Esperando a que salgan Julio y Noelia. Nos vamos ya.
Se río un poco exagerado.
-¿Qué pasa? - pregunté yo extrañada.
-Te digo una cosa si no cuentas nada.
-De acuerdo.
-Me gustaste a mí antes que a Julio. De hecho fue mi idea la de hablarte. Y luego vas y te lías con él... Me he enfadado con él. Siempre él, siempre él.

Estaba borracho pero sus palabras eran totalmente sinceras. Javi también era muy guapo pero nadie sabe con quién se va a acabar enrollando. ¿O sí? ¿Tenía derecho a pelearse?

-Y yo te digo totalmente en serio que no te pelees jamás con tu amigo por una chica. Y menos por mí. ¿Tú me has visto? - le contesté señalándome.

Le hice reír. Y me besó. Y yo no lo aparté. Javi también besaba bien. Era distinto a Julio, mucho más ligero y fresco. Notaba cómo me subían los colores. Me aparté suavemente de él.
-Marta, ¿qué coño haces? Deja de besarte con la gente, ésta no eres tú. - pensé para mí misma.
-¿Me das tu número? - me dijo más contento.
-Por supuesto, trae que te lo apunte en el mvl.
-Eyyyyyyyyyyyy tía, dónde estabas. - Se acercó Noe.
-Aquí esperándote. - le contesté.

Detrás de ella salió Julio. Mis colores volvieron a subir. Miró a Javi receloso preguntándose qué haría allí y a pesar de eso le echó un brazo por encima de los hombros.

-Deberíamos irnos Noe, es tardísimo. ¿Me puedo quedar en tu casa? Porque he bebido y no pienso conducir.
-Sí, es hora de irnos. Está claro que así no vas a ningún lado así que, ¡qué prosiga la fiesta en mi casa!

Le apunté mi número también a Julio aunque el pensara que era el único y nos despedimos de todos rápidamente. Treinta minutos más tarde estábamos entrando sigilosamente en casa de Noe para no despertar a sus compañeras de piso.
Había sido una noche realmente movida. Salí de mi casa pensando que íbamos un rato de tapeo y acabé de fiesta y acostándome a las 6am. Menuda locura. Menos mal que mañana tenía clase a las 9 y no a las 7.
Empecé a darle vueltas a todo. Me había liado con Julio y me había besado con Javi, todo en la misma noche. Y encima eran amigos. Buenos amigos. Mi cabeza daba más vueltas que una noria.
Julio y Javi. Javi y Julio. Seguía sorprendida de mí misma y mi personalidad estaba un poco confusa en esos momentos. Bueno, mi personalidad y mi persona en general.
Julio. Javi. Julio. Javi. Carlos. ¿Carlos? ¿Por qué apareció de golpe en mi cabeza?

Julio. Javi. Carlos. Y pensando en tres chicos me quedé dormida.

viernes, 4 de julio de 2014

2.

Sí, era Carlos el de la puerta. Qué raro, ¿se cambiaba de facultad o de carrera cuando el curso ya había empezado?

-¿Se puede?- preguntó
-Sí chaval, pero no llegues más veces tarde. - contestó el Bigotes con tono serio.

Entró con la cabeza gacha y no sabia dónde sentarse así que le hice un pequeño gesto con la mano señalando el sitio que había detrás mía.

-Hola, eh... ¿Marta? - me saludó intentando recordar mi nombre.
-Hola. Ahora hablamos que esta no es la mejor clase - le contesté poniendo los ojos en blanco.
-Vaya, vaya. Así que estos dos personajes se conocen. - dijo el profe acercándose a nosotros.
-Ya estamos - susurré por lo bajo.

Seguro que ahora soltaba una de sus bromitas sin gracia que a él tanto le gustaban. Pero para mi sorpresa no dijo nada y empezó la lección.
Estaba siendo una clase aburrida aunque claro, todas lo eran para mí. Empecé a pensar en lo que iba a hacer esa tarde, qué película o qué serie iba a ver. Me decanté por HIMYM ya que era de mis favoritas.

-Marta, ¿qué es lo que acabo de explicar del electrón?
-¿Eh? Ah, mmm, no lo sé.
-Cómo no, siempre despistada. Clase, ¿en qué se parecen un electrón desviado del haz y Marta? En qué ninguno le sigue la corriente al resto.

Volvieron a saltar las risotadas de toda la clase. Se había vuelvo a burlar de mí y me estaba hartando demasiado. Algún día se las devolvería, segurísimo. Miré hacia Carla y Noelia. Ambas se estaban aguantando la risa.

-Podéis reíros, no pasa nada. Tampoco ha sido tan malo. Se lo está currando.

Miré hacia atrás y vi que Carlos también se reía. Me molestó un poco, la verdad. Y mi cara lo reflejó porque al verme dejó de hacerlo y se puso serio.
Al fin acabó la clase y pude salir de aquel infierno. Sabía que mis compañeros no se reían a mal, o eso esperaba. Aún así no había derecho a que el Bigotes me tratara de aquella forma. En ese momento decidí que no iba a volver a entrar a aquella maldita clase y lo aprovecharía de una forma mejor.
Salimos todos al pasillo a esperar la siguiente hora. Carlos se acercó a mí a pedirme perdón por haberse reído y aproveché para presentarle a mis amigas.

-¿Y cómo es que llegas de nuevas ahora? Quiero decir, ¿no era mejor esperar a que acabara el curso? - preguntó intrigada Carla.
-Bueno sí, eso dije yo pero claro, le habían ofrecido a mi madre un trabajo que no podía rechazar y además tenía que decidirse en muy pocos días. Y por eso estoy aquí. Por lo menos no he tardado mucho en conocer gente. - Y nos sonrió de una forma muy especial.
-¿Y desde dónde vienes? Porque el acento no es muy de por aquí.
-Soy Murciano. ¿Aquel culo del mundo que hay en una esquina de España? De allí.
-Eh, eh, ¡que yo también soy murciana! - le dije replicando. - Lo que pasa es que mi familia y yo nos mudamos a Madrid cuando yo era muuuuy pequeña. Tan pequeña que ni me acuerdo del tiempo que pasé allí.

Otra coincidencia. Los dos eramos murcianos y su cara me sonaba como si lo conociera de hace tiempo. ¿Qué estaba pasando? Tal vez fuera todo una casualidad pero yo no creía en ellas.
Me fijé un poco más en él y me di cuenta de lo guapo que era. Tenía un aire misterioso. Sus ojos eran marrones y muy penetrantes, pero a la vez de los más cálidos que había visto nunca. Su pelo castaño tenía un toque despeinado, fuera del look que se llevaba ahora con los lados rapados. Lo tenía más bien larguito y parecía suave. Y su boca... me parecía perfecta. Sonreía más con un lado de la cara y eso lo hacía más mono aún.
Estaba fijándome en su forma vestir cuando vi que un tatuaje se asomaba por su antebrazo. Era una especie de pluma en el interior de un triángulo.

-¿Te gusta? - me dijo enseñándomelo.

Mierda, me había pillado de lleno mirándole. Noté como me subían un poco los colores.

-Sí, la verdad es que está muy chulo. ¿Qué significa?
-Pues... La verdad es que es un dibujo que siempre he tenido en mente y no sé por qué. Pero me gustaba y pensé tatuármelo. A lo mejor un día recuerdo dónde lo vi.

Recordar. Ojalá recordara yo por qué su cara me era tan familiar.
El resto del día se pasó rápido en comparación con la primera clase. Me despedí de las chicas y quedé con Noelia para tomarnos algo por la noche ya que Carla no podía porque tenía cena familiar. Lo invité a venir.

-No puedo, estoy liado de mudanza y tal. Otro día tal vez.
-Bueno, entonces hasta mañana. Luego te veo Noe. - dije dándole un abrazo cariñoso.
-Por cierto, ¿sabéis dónde se coge el urbano 9? - nos preguntó Carlos antes de irse.
-Vente conmigo, es en mi misma parada. - sonreí.

Caminamos un rato en silencio sin mucho que decirnos. A pesar de eso, no fue un camino incómodo. Era un chico que me transmitía confianza. Y mira que yo siempre repelía a los chicos. La gran mayoría me parecían creídos y que no pensaban más que en sobresalir sobre el resto y hacerse los graciosillos. Seguro que éste era uno de los motivos por los que nunca había tenido un novio serio. Aún así, de lo poco que conocía a Carlos parecía distinto. Tal vez era por llegar de nuevas a la ciudad y luego sería como los demás. Recé porque ésto no se cumpliera y no cambiara con el paso de los días.

-Y bueno, ¿cuánto tiempo llevas en Madrid? - rompió el silencio.
-Unos catorce años o así. Toda la vida, vamos. Por eso no me acuerdo de mis cuatro años murcianos - dije intentando ser graciosa.
-Es normal. - se rió - Yo sí que no me acordaría, y menos con mi memoria de pez.
-¿Tu memoria de pez? Si pareces super inteligente.
-Tú lo pareces más.
-¿Ah sí? Que fallo más estrepitoso, ¿esa ha sido tu primera impresión de mí? ¿De la chica de la que se burlan los profesores? ¿De la chica a la que se le escapan las fotocopias al chocar con alguien? - le hice reír.
-Mi primera impresión de ti ha sido buena, te lo aseguro. - Me sonrió sacándome la lengua. - Además, me has resultado familiar y que yo sepa, no te conozco de nada ¿no?

Negué con la cabeza un poco más seria que antes. ¿Yo también le era familiar a él?
Llegamos a la parada justo a tiempo para que se pudiera subir en el urbano. Se despidió dándome un beso en la mejilla. Una vez dentro volvió a sonreírme, tan perfecto. Le devolví la sonrisa un poco embobada.

-Pero qué te pasa tonta, parece que no has visto sonreír a un chico nunca. - me dije mientras se alejaba el autobús.

En ese momento, justo en ese momento y aunque yo lo negara, ya estaba deseando volver a verle al día siguiente.


jueves, 3 de julio de 2014

El primer paso.

No hay nadie en el mundo que no tenga algún sueño hacia el que le gustaría caminar. Un sueño que le gustaría conseguir por encima de otras cosas y que le mantiene con esperanzas.
Hay veces en que ese sueño nunca llega porque no lo queríamos lo suficiente, porque no estaba hecho para nosotros o porque no lo intentamos como debimos. Aún así, no deberíamos desanimarnos de no haberlo logrado y pensar en que lo estuvimos intentando.
Lo que sí es verdad es que la mayoría de las veces conseguimos lo que nos proponemos así que, ¿por qué no vas a buscar algo que de verdad desees y luchas por ello?

De vez en cuando deberíamos pararnos a pensar si somos lo que realmente queríamos. Si hemos alcanzado los sueños y las metas que nos íbamos proponiendo. Porque hay veces en las que nos desviamos del camino sin darnos cuenta y cuando ésto sucede, nuestro próximo paso debería ser regresar a él.
Siempre habrá alguien que se encargue de recordarte y restregar que no lo estás haciendo bien pero, si vuelves al camino, si intentas volver al camino que tú mismo querías, que tú mismo te marcaste, debes hacerlo por ti y no porque los demás te digan que debes hacerlo.
También hay que pararse a pensar si queremos renunciar a alguno de nuestros sueños o alguna de nuestras metas. No son decisiones que debamos tomar a la ligera porque habrá veces en que podamos volver a intentarlo y otras veces quizás no.

Todos hemos deseado miles de cosas a lo largo de nuestra vida y esperamos llegar a conseguirlas.
Todos hemos querido tener una mascota en casa, sacar buenas notas, ser más guapos, tener más libertad, que nos feliciten por lo que hacemos bien, formar una familia, realizar una investigación importante, llegar a tener un trabajo que nos guste, a alguien que nos quiera, viajar a mil lugares, tener mucho dinero, ayudar a otras personas, ser cantantes, que nos reconozcan o una infinidad de cosas más.
TODOS, absolutamente todos, hemos tenido un sueño.
Y TODOS hemos deseado convertirnos en un determinando tipo de persona conforme iban pasando los años.

Al fin y al cabo, lo que logramos depende de nuestras decisiones así que, ya es hora de dejar de pensar en cómo nos gustaría ser y comenzar a serlo. Dejar de pensar en lo que queremos conseguir y comenzar ya a luchar.
Ese es el primer paso. El primer paso que todos deberíamos dar.


martes, 1 de julio de 2014

1.

Volví a despertarme sola y asustada en mitad de la noche. No era normal la semana que llevaba. ¿Qué me pasaba?  Lo único que soñaba eran pesadillas o, al menos lo que conseguía recordar.
Me levanté a beber agua y miré por curiosidad el reloj. Las 5 a.m. Otra noche más en vela. 
Para mí era imposible volver a conciliar el sueño tras despertarme tan nerviosa, así que decidí encender un rato el PC. Nada. Ningún mensaje. Ningún correo. Ninguna notificación en Twitter o Facebook.

- Óle tu popularidad - me dije a mi misma en tono irónico.

Me volví a la cama sin ningún empeño en dormir. Lo único en que podía pensar era en esa pesadilla tan extraña y en la sensación que me dejaba. 
Era un especie de vacío y pena, y parte de culpabilidad. Recordaba una pistola, una casa que no me sonaba de nada, gritos a lo lejos y mucha sangre. Sangre de alguien que no conocía. Y a mi lado había un chico, tal vez de mi edad. Sí, yo le echaría unos 18 o 19 años. Lo cierto es que era bastante guapo y me resultaba familiar pero no conocía a nadie cercano que se le pareciera.

Al fin llegaron las 7 de la mañana y me dispuse a prepararme para ir a la facultad aunque sin ganas de estar en clase. Era mi primer año en ingeniería química y lo cierto es que me estaba gustando más de lo que me esperaba. La gente era bastante simpática y los profesores explicaban y me caían bien, exceptuando al 'Bigotes'. No sé que le habría hecho yo a ese profesor para que me tuviera tanta manía. Siempre que podía se metía conmigo en clase. Y tal vez no lo hiciera a mal, sino por pura diversión pero, a mí me jodía como ninguna otra cosa.

Cogí lo primero que pillé, una camiseta ancha de AC/DC, unos vaqueros pegados y mis converse blancas.
Hacía tiempo que no me preocupaba tanto lo que los demás pensaran de mí o de mi forma de vestir. Tampoco era nada del otro mundo, y ahora encajaba en la 'moda'.

-Mamáaaaaa, voy a volver a perder el autobús, ¿¿¿has visto mi carpeta azul???
-La tienes encima de la mesa del salón, despistada.

Esa era otra característica que me definía al cien por cien. No había día que yo soltara una cosa y me acordara en dónde. Pero como decía mi madre, era un despiste gracioso. Ya, porque ella no lo vivía.
Cogí los auriculares, el móvil y la carpeta y bajé corriendo las escaleras. 
Una vez en el autobús tuve la sensación de que hoy sería un día distinto.

Llegué antes de tiempo a la facultad. Tenía 1h antes de la primera clase y mis amigas aún no habían llegado, así que decidí ir a hacer unas fotocopias y luego a la biblioteca a subrayar los apuntes de Fundamentos de Ingeniería Química. 
En el camino paré a beber agua en una fuente cercana a la biblioteca y al girarme me choqué con alguien que no vi. Mis fotocopias salieron por los aires al estilo película de Hollywood. 

-Ay, qué torpe. Perdona. - dije antes de mirar hacía arriba.
-No, perdóname a mí, no iba pendiente de la gente. - me contestó un chico.
Y lo ví. No sabía quién era, cómo se llamaba, ni de dónde había salido pero me era demasiado familiar. Demasiado. Tanto que tenía la sensación de conocerlo desde hace mucho tiempo.

-Te ayudo con los folios - me dijo sonriendo. - Por cierto, soy Carlos.
-Encantanda, yo soy Marta - contesté devolviéndole la sonrisa.
-Lo cierto es que tengo un poco de prisa porque estoy liado con papeleo, ¡lo siento eh! - me dijo mientras se marchaba después de recoger mis fotocopias.

La siguiente hora me la pasé pensando de qué podría conocer yo a aquel chico o, al menos a quién se podía parecer.
Noelia y Carla aparecieron a la hora de siempre, nos encontramos en la entrada y fuimos a la clase. Tocaba con mi querido Bigotes.
Desde que empezó el curso fue con las dos chicas que mejor me llevé. Ambas venían juntas porque se conocían del instituto y al verme sola el primer día decidieron acercarse a hablarme. La verdad es que les agradezco mucho ese gesto porque si por mi fuera... A día de hoy estaría aún sola.
Noelia era un poco más alta que yo, y eso que yo no era bajita. Tenía un pelazo castaño liso impresionante, yo siempre le decía en broma que un día se lo cortaría y me lo pondría yo postizo. Todo lo que yo decía le hacía mucha gracia, pero de verdad, no esa gracia falsa que nos hacen algunas cosas. Eso me hacía sentirme a gusto a su lado. Era agradable, la verdad.
Por otro lado, Carla era la más bajita de las tres y estaba más rellenita pero sin estar gorda. Tenía una sonrisa profident y unos ojazos verdes claros preciosos. Su pelo era ondulado y castaño con tonos pelirrojos. Era también la más seria pero, no de borde sino de consciente, de madura. Habíamos encajado las tres a la perfección y me alegraba de ello.

-¿Qué crees que te dira hoy bigotitos? - se burló Noelia.
-No tiene gracia, siempre me deja en ridículo delante de la clase. Estoy empezando a hartarme.
-No seas así, no lo hace a mal y lo sabes. Tal vez, le divierta ver tu cara. - contestó Carla.
-Claro, mi cara de ''te odio'' es la más bonita que puede ver.

Entramos a clase y nos sentamos como siempre en la cuarta fila. Mierda. Ya me había mirado de reojo el profesor. Yo creo que se preparaba más la broma para hacerme que la lección que le tocaba.
Se cerró la puerta de clase y se dispuso a empezar. Dos minutos después tocaban a la puerta y entraba... ¡Oh! ¿Estaba entrando Carlos?