domingo, 1 de noviembre de 2015

domingo, 11 de octubre de 2015

Páginas.

Me empeño en dejar pasar aquello que me remueve creyendo que en algún momento puede llegar a desaparecer.
Cuán equivocada estoy.
Solo dejo que las agujas corran en el reloj, que pasen los minutos a la velocidad que les permita la quinta marcha de mi corazón, y que el tiempo se alíe con mi cabeza intentando borrar lo que no creo posible.
Se me cansaron las ganas sin intentarnos.
Y te vuelvo a ver y un segundo basta para que una apisonadora se lleve por delante el edificio que había construido con aquellas ruinas.
Era frágil, tal vez confundí el cristal con cemento.
O tal vez confundí conceptos.
No se puede acabar un cuento si no comienza con ''érase una vez'', no se puede llegar al final sin un principio, no puede terminar sin un ''y comieron perdices'' — juntos.
Y ahora dime, ¿cómo paso la página si no encuentro el libro?
@amaurqui

jueves, 8 de octubre de 2015

Prometo ser tu comodín.

Alguien que esté ahí cuando ni el Sol tenga intención de iluminar la mañana, cuando haya luna nueva y el día esté sumido en la más absoluta oscuridad.
Alguien que comprenda que no somos perfectos, que la gran mayoría pretende recibir sin dar nada a cambio, pero que al menos se intenta querer bien.
Alguien que madure ideas junto a ti, que comprenda tus días malos, que entienda por lo que pasas con una simple mirada de socorro.
Alguien que te llame con la intención de que tu voz sean sus buenas noches. Cuyo abrazo sea refugio y su alma sea hogar.
Alguien que prometa ser comodín en tus malos ratos, con quien desahogarse sin miedo, en quien confiar al 100% sin que te lastime en cuanto te des la vuelta.
Alguien con quien empezar la restauración de todo tu yo en ruinas.
Alguien que comprenda, defienda y empatice con aquello de ''vive y deja vivir'', a lo que añado yo, sintiendo mucho y variado.
Alguien que no dude en estar, que tenga claro lo que quiere y por lo que lucha, aunque sin miedo a cambiar de planes.
Alguien así.

sábado, 3 de octubre de 2015

Microcuento #1

''Conseguí despertarme tras aquella horrible pesadilla. Mis ojos aún estaban lagrimosos y mi respiración entrecortada.
Bajé las escaleras despacio, sin hacer el mínimo ruido. Volví a oír esos gritos en la habitación que tanto pánico me daba.
Mi cabeza no dejaba de barajar posibilidades. Era sorprendente cómo mis miedos siempre traspasaban a la realidad.
- Necesito parar ésto. Me consume. - pensé.
- No puedes. Esos fantasmas siempre vivirán contigo - me contestó una voz. ''

Con este pequeño cuento que escribí en 4º de la ESO quiero hacer hincapié en que todas las personas tenemos miedos. Todos hemos vivido situaciones que nos han roto en mil pedazos y todos somos humanos, con la consiguiente opción de equivocarnos.
No somos perfectos, pero podemos aprender. Y perdonar. Y empatizar.
Son bonitas cualidades para hacer del día a día algo mejor. La intolerancia no lleva nunca a nada.
Pensadlo.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

TAG.

Esta entrada no va a ser una entrada normal sino un TAG al que me ha nominado el blog http://buscandosonrisasentrelibros.blogspot.com.es y la idea me ha gustado por lo que la voy a seguir.
Las reglas del tag son decir 11 cosas sobre ti, responder a las 11 preguntas del blog que te ha nominado y nominar tú a otros 11 blogs (aunque casi con seguridad que serán menos).
Ahí va.

11 cosas sobre mí:

1. Mi color favorito es el rojo.
2. Tengo claro que adoptaré un perro en cuanto pueda.
3. Me encantan las palomitas de colores.
4. Considero que leer es mucho más que un hobbie.
5. Si fuera rica me gastaría el dinero en libros y en música.
6. Wanderlust.
7. Mi idioma favorito es el francés.
8. Donde se ponga un libro en físico que se quite cualquier libro electrónico.
9. Me gusta escribir.
10. Soy muy delicada con la comida.
11. Odio los spoilers.

1. Libro favorito:
''Cuando volvamos a casa'' de Nuria Gago.

2. El libro que más te costó conseguir:
''Grecia'' de Irene X

3. El libro que más ganas tienes de leer:
''Naufragio en la 338'' de Loreto Sesma.

4. La mayor ganga literaria.
''Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo'' de Albert Espinosa.

5. El mejor libro que hayas leído este mes.
Aún no lo he acabado y aún así creo que es el mejor. Se llama ''Intranerso''

6. Menciona tus diez personajes literarios favoritos:
Hermione Granger de la saga de Harry Potter, Oceanne/Paula de Cuando volvamos a casa, el detective Poirot en el libro Asesinato en el Orient Express, Voy en Brújulas que buscan sonrisas perdidas, Meri en Buenos días princesa, Augustus Waters en Bajo la misma estrella, Rook en la saga Nikki Heat y no me acuerdo de más jajajajaja.

7. Escritor/a favorito:
Ahora mismo John Green.

8. Una historia graciosa que te haya pasado en una librería:
El otro día encontré una librería muy grande en la ciudad en que vivo y al entrar me encontré un mostrador solamente con libros de poesía moderna y prosa poética y tal (que ahora me ha dado por leer). Vaya, que tenía todos aquellos libros que llevaba mucho tiempo observando en páginas y oyendo hablar de ellos.
Total, que al verlos cogí al menos 10 de golpe, en plan avariciosa y los llevaba todos en brazos super emocionada de que estuvieran allí, me giré de golpe y vi a la dependienta mirándome con los ojos como platos a la vez que se reía un poco al verme llevarme medio estante.
Y me dio tanta vergüenza que dije ''bueno, me llevo solo dos...'' y ahora tengo que volver a por el resto jajajajajaj

9. La mejor saga que hayas leído nunca, ¿qué significa para ti?
La verdad es que hay libros que me han gustado más que esta saga pero nunca una saga entera.
Es un poco infantil por el tiempo y la edad con la que la leí pero es la que más me enganchó y tengo un recuerdo muy bonito de ella.
La saga se titula 'El clan de la loba'.

10. Menciona el libro de tu infancia favorito:
Mmmmmmmmm, ''Amalia, Amelia y Emilia'' jajajaj

11. Portada favorita.


Las 11 preguntas que hago son:

1.Personaje que te gustaría conocer en la realidad.
2.Escritor a quien visitarías en la feria del libro.
3.Saga/libro que no hayas podido terminar.
4.Género literario que más lees.
5.Último libro que has leído.
6.¿Eres de lxs que subrayan las frases de los libros o lo ves una aberración?
7.Libro que tienes pendiente.
8.Antihéroe que ames.
9.¿Prefieres leer o escribir?
10. Cuenta alguna anécdota que tenga que ver con cualquier cosa que hayas leído últimamente.
11. Recomienda dos libros.


Nomino a:



miércoles, 9 de septiembre de 2015

Sin solución.

Que de la felicidad a la tristeza tan solo hay un paso, el tuyo a través de mi puerta.
Que las noches se me hacen interminables si tú no estás aquí compartiendo almohada y sueños.
Que cuando la ciudad se apaga, echo de menos tu propia luz indicándome el camino.
Que no hay canciones suficientes para olvidarte sin que duela.
Qué, qué y qué.
Eso me preguntaba todos los días hasta que descubrí que las mejores preguntas son las que no tienen solución y tú, tú eras una incógnita gigante en ti mismo que no tenía ninguna solución para mí.

martes, 11 de agosto de 2015

(No)Entender(te)

No entiendo -o no quiero entender- la expresión ''a medias''.
No entiendo el sí pero no, y eso me hace odiarlo.
No te entiendo.
Y rechazo lo que no entiendo en vez de comprender que, tal vez, he de descubrirlo.

lunes, 10 de agosto de 2015

Echar de menos.

La discografía de Vanesa Martín, una noche en vela y unas fotos que no debí haber visto fueron suficientes para hacerme entender lo que es echar de menos sin (remedi)arl(o).
Porque echar de menos es fácil, pero hacerlo entendiendo cuál es el motivo ya no lo es tanto.
Es jodido tener lejos a ciertas personas, echar de menos un sentimiento o 'x' momento de tu vida, da igual, sigue siendo jodido -y lo será siempre-.
En mi caso, esas fotos volvieron a hacerme sentir como antes, me hicieron regresar a un sitio al que le tengo y tendré mayor cariño que a cualquier otro. Me hicieron volver a mi infancia y ese instante no me lo podrá quitar nadie.
El problema es que tenía esas fotos pero no estaba yo. No me vi en esa vida que tenía, que me hacía feliz y que ha cambiado tanto de la actual, que ojo, no digo que sea mala pero es... simplemente distinta.
Quien me diría años atrás lo que pasa uno con el tiempo, los recuerdos que puede llegar a almacenar una cabecita y la de sensaciones que se pueden imaginar en una milésima de segundo.
Las cosas cambian, es algo inevitable. Pero también lo es el sentir.
Y sinceramente, ahora mismo no dejo de pensar que echo de menos todo aquello y que si no lo digo en voz alta no se hace tan real.
Así que, como gritar no puedo, lo escribo para que permanezca grabado mucho tiempo.

Málaga, mi Málaga, mis amigos, mi barrio y mi ambiente. Os echo de menos con todo mi corazón y no (os) olvido. Es imposible hacerlo.

martes, 28 de julio de 2015

Everyone falls.

Todos caemos.
Un punto de inflexión en nuestras vidas. Un sí pero no. Un estoy bien pero en realidad no. Un quizás.
Un momento de debilidad en el que el mundo se nos cae a pedazos y nos hacen pedazos. Esos fragmentos que caen están afilados y se clavan como finas dagas a la espalda haciendo heridas que tal vez sean incurables.
Solo las personas correctas tienen la fórmula para reponernos, de hacernos volver como si nunca nos hubiéramos roto.
Un simple gesto, un abrazo que te haga sentir a salvo, un te quiero a tiempo, un no te vayas haciéndote regresar, un chaleco salvavidas anclado en la mirada...

El problema llega cuando... te sientes solo.

Si no confías en alguien que te cure, si no te sientes lo suficientemente importante para alguien, si no encuentras tu isla, tu bote y tu remo que te hagan creerte a salvo.
Si no te incluyes ni a ti mismo en el círculo de confianza... ¿cómo se consigue avanzar en esos casos?

Yo solo tengo clara una cosa. Cada vez que llega mi vértice de caída, rezo para no encontrarme sola y no hundirme en el pozo sin salida.
Yo no sabría salir.


martes, 23 de junio de 2015

Perdí la cuenta.

La cuenta de las veces que te he dicho adiós ya la he perdido.
Te pienso, duele, me niego el volver a hablarte y sin querer, veo que lo estoy volviendo a hacer.
Y sé que empeoro las cosas a cada paso que doy en tu dirección, pero no puedo no hacerlo. Mi veleta te apunta y el aire sopla fuerte.

domingo, 7 de junio de 2015

Veinti-nada

Veinticuatro días de espera me tuviste en tu portal.
Volví a buscarte noche y día, sin echarme atrás, persiguiendo lo que esta vez pensé que era lo correcto.
Me perdí en el camino, no lo negaré, pero tú eras mi mejor recompensa.
Me diste tanto sin estar, que soñaba con lo que seríamos cuando te tuviera presente.
Hoy, volvía a estar aquí, una vez más. Y pintaba bien la cosa, escuchaba tus pasos directos hacia la puerta, con ganas de abrir, de abrirte y de dejarme pasar.
Llegaba con tanta fuerza que confiaba en entrar no solo en tu casa, sino también en tu corazón, en tu vida y en ti. Todo lo tuyo lo quería como mío.
Abriste.
Y no lloré por puro orgullo pero, me conseguiste emocionar.
Se me abrían las puertas a todos mis sueños - que desde hace tiempo solo ocupabas tú - y me sentía confiada.
Tus ojos me confesaban que me esperabas. Con esa mirada no podía resistirme, me deshacías sin ponerme un dedo encima. ¿Qué llegarías a hacerme estando medio metro más cerca? Ni pensarlo podía.
¿Veinti cuántos días? Daba igual, para mí fueron veinti-nada en el momento en el que dí el paso y pisé el umbral. Estaba dentro y no pensaba marcharme fácilmente. Comenzaba todo lo ansiado.
Comenzábamos.

viernes, 5 de junio de 2015

9.

Nos paramos al llegar a la puerta del McDonald, entramos y pedimos el helado. Físicamente estábamos los dos allí, sentados en una mesa pero, mentalmente yo estaba lejos, muy lejos de aquel sitio.
Con cada paso que había dado a través del centro comercial mi sonrisa debida al beso se había convertido en una cara fruncida debida a mi propia frustración.
Seguía pensando en lo que había hecho. Que sí, que sólo había sido un beso pero joder, lo había dado yo. Eso añade problemas. No era un beso sin sentimientos, no. Era un beso sentido, muy sentido.
Y teniendo novio, al que además quieres, se llama traición en toda regla.

-A ver Marta... ¿tú quieres a Julio? - me pregunté en mi cabeza. - Pues claro, tonta. Es de las personas a las que más quieres en este momento.
-Ey... - noté la mano de Carlos acariciándome la barbilla. - ¿Qué te pasa?

Lo miré con cara de circunstancia pero sin poder pronunciar una sola palabra. No tenía las ideas claras y menos aún para explicárselas a otra persona. A la persona que había causado que estuviera asi. Balbuceé algo pero de mi boca no salía nada con sentido.

-Te arrepientes. Es eso - me dijo un tanto serio. Buscaba mis ojos pero yo le apartaba la mirada.
-No... - soné poco convincente.
-Ya. Mira. No pasa nada, aquí no ha pasado nada, ¿vale? No te sientas mal, Marta.
-No intentes arreglarlo. Te he besado yo. Yo soy la que tiene novio. Es mi culpa y solo mía. Yo... Yo no quería complicarte las cosas. - lo solté todo de golpe.
-Si aquí alguien tiene culpa de algo soy yo. Yo te he... atacado en el ascensor.
-¿Atacado? - consiguió sacarme una sonrisa. - Carlos, no tengo nada claro. Quiero a Julio, ¿sabes? Pero tú... tú consigues algo extraño en mí. Revuelves sentimientos, me remueves el interior. Tengo sensaciones extrañas cuando estoy a tu lado. Parece como si te conociera de toda la vida. - me atreví a mirarle a los ojos. Le brillaban. - ¿No vas a decir nada?
-¿Y que quieres que te diga? ¿Lo que realmente pienso o lo que quieres oír? - subió un poco la voz pero al ver que nos miraba alguna gente volvió a calmarse.
-Lo que piensas... Lo otro no es justo para ti.
-No importa Marta. Haz lo que tengas que hacer. Es tu decisión. ¿Has terminado? - dijo señalando mi helado. Yo asentí.

En el camino a la salida del centro no fui capaz de decir una palabra más. Me sentía mal por él. No tenía culpa. Ni Julio tampoco. Y allí estaba yo, en medio de dos aguas. Dos océanos para nada en calma. Dos océanos que se agitaban fuerte y que me arrastraban cada uno hacia su lado. Dos océanos distintos pero iguales. Blanco o negro. ¿Se basaba en eso mi elección?

-¿Quieres que te acompañe a casa? - me preguntó Carlos una vez fuera.
-Bueno... Pero no hace falta.
-Sí, tranquila. No es problema.

Andamos un rato en silencio pero el maldito tema de conversación no tardó en salir. Parece que ninguno de los dos era capaz de pensar en otra cosa. Esta vez intenté escuchar lo que él quería decirme. Quería que fuera sincero conmigo. Que dejara de pensar en mí y de pensar en Julio. Quería que me dijera lo que él sentía.

-A veces es necesario perderse para encontrarse... - me dijo.
-¿Qué me quieres decir con eso? - le pregunté aún sabiendo lo que significaba.
-Pues... que... A lo mejor no es con Julio con quien debes o quieres estar.
-¿Crees que no le quiero?
-No es eso... Solo que me gustaría ser él - giró la cara tras decirlo.

No tenía nada claro en mi vida y esta situación no iba a ser distinta.
Le miré un rato mientras caminábamos, intentando que dijera algo más. Me gustaba, no podía negarlo. Aquel chaval tenía algo que podía conmigo, y que se echaba un pulso contra mis sentimientos por Julio. De momento estaban en empate.
El fresco del exterior fue como soplo de aire para mis pensamientos. La noche me daba una tregua para despejarme.
El resto del camino a mi casa fue en silencio, pero no del todo incómodo. Simplemente pensábamos sin hablar. Coincidíamos en situación pero no hacíamos partícipe al otro. En estos momentos era mejor reordenarse que expresar. 

domingo, 26 de abril de 2015

-1

El misterioso caso de por qué unas veces sentimos más que otras. O por qué dejamos que esos sentimientos nos afecten más.

El dolor nos hace fuertes. O eso dicen. Qué va, el dolor lo que nos hace es fríos, inhumanos. Nos hace crear muros a nuestro alrededor que solo las personas indicadas podrán volver a derribar. Nos hace desconfiar. Desconfiar de las mismas palabras que un día nos hicieron daño.

Y así hasta rompernos del todo, con la única esperanza de que, en algún momento, alguien sea capaz de permanecer, tenga ganas de estar, y nos ayude a unir los trocitos en los que nos hemos dividido poco a poco y con los años.

sábado, 11 de abril de 2015

Promesa a medias.

Hace tiempo que me di cuenta de que el mundo no es exactamente lo que se dice justo.

Que siempre hay peleas porque alguien da más, o menos, que otra persona.
Que conseguimos cosas sin esfuerzo y cuesta alcanzar aquello que realmente ansiamos.
Que el esfuerzo no siempre se ve recompensado como nos gustaría.
Que prometemos cosas que sabemos que no vamos a cumplir. Y aún así seguimos haciéndolo.
¿Por qué?
Es como hacer una promesa a medias...

La intención es lo que cuenta, bien, muy bien. Os recuerdo - y me recuerdo - que las palabras no son intención, que las palabras se las lleva el viento. Y el viento, a veces, aprieta que te cagas.
La intención se demuestra con actos, diarios a ser posible. Y eso, precisamente eso, poca gente lo lleva a cabo.
Me incluyo, como no hacerlo, en el grupo de las personas que alguna vez hemos dicho algo que al final no hemos cumplido. Lo peor es que me siento mal. Me siento mal y sigo haciéndolo. No aprendo, no quiero aprender.

Prometer a medias es muy fácil, ese es el problema. Nadie nos protesta por hacerlo. Nadie recrimina que no sabemos cumplir.
Una palabra a día de hoy no vale nada, porque palabras bonitas sabemos decir todos. Y adornar lo que queremos decir a nuestro gusto no es más que un poco de ensayo e imaginación.
Todos podemos hacerlo.
Pero no es eso.
El caso está en cumplir. Hacerlo porque realmente queremos. Que nos apetezca terminar aquello que nos prometemos y aquello que prometemos al resto de personas.
Y ser sinceros. Si es algo que no piensas hacer, no lo digas, no lo prometas pues no lo vas a cumplir.
Aprender a decir 'no' para que el 'sí' recupere su valor original.
Conseguir que el no sea tan fuerte y decisivo como lo era antes.
Recuperar el valor de las cosas. Que lo estamos perdiendo.
Y perder, sea lo que sea, es perder. Eso sí que no cambia, ni lo hará nunca.

viernes, 27 de febrero de 2015

Y vuelta a empezar.

Cuando una barrera infranqueable e invisible se interpuso entre nosotros lo entendí todo.
Ni tú ni yo teníamos culpa, no había nada que hacer ahí.
Intentar rescatar algo de unas cenizas es el mayor sinsentido que solemos llevar a cabo. No son fragmentos que se están consumiendo, son ya cenizas...

Vuelta a empezar.
Una sonrisa que ilumina su rostro y, por consiguiente, el mío. Y me hace creer que todo está bien. Esa manía tan suya de abrazarme muy muy fuerte para que no me escape, y para sentir más cerca mi olor. Una caricia a escasos centímetros. Una mirada penetrante y sincera. Un beso tímido. Otro que ya lo es menos.
Ha vuelto el deseo.
Saltan chispas.
Y de ellas comienza el fuego y se crea la hoguera. Esa que lo destrozará todo y volverá a formar cenizas de ésto tan nuestro. Ya nos estamos quemando. ¿No lo notas?
Va ascendiendo poco a poco hasta llegar a ser insoportable. Aún así nosotros seguimos, seguimos y nos quemamos. 
Pero hay un momento en el que nos tenemos que separar, es doloroso e imposible no hacerlo. Nos alejamos un poco, ¿qué ha sido eso? Un primer fragmento que se desprende.
Y así hasta estar completamente rotos en pedacitos. El siguiente paso son las cenizas.

He aquí el quid de la cuestión. Casi nadie se para a arreglar los fragmentos, es más fácil seguir con el juego hasta el paso irreversible... La puta ceniza.
Otra vez más no hay nada que hacer. ¿Qué me queda, joder?

Vuelta a empezar, una vez más.


martes, 3 de febrero de 2015

Heridas invisibles.

Lágrimas que queman y a su paso dejan a un rostro marcado de heridas invisibles que solo el corazón siente. Y el alma.
Que son difíciles de superar y aún así te insistes a ti misma 'eh, ésto va a pasar, estoy segura'.
Y te rozas la piel en los lugares en que sientes rasguños, en los lugares en los que crees estar rota, esos que los demás ni ven ni aprecian.
Nadie sabe qué sucede pero todos quieren hablar.
Les da igual si lloras un poco más o un poco menos. 'Es su vida' dicen, 'que se las arregle'.
Y nadie se para a pensar en que lo único que necesitas es a alguien que te dé confianza, un palo nuevo al que agarrarte en pleno mar, un salvavidas que te proteja de la marea nocturna, un chaleco antibalas en pleno tiroteo.

Solo un poco de confianza, un poquito de amor y una pizca de fe.
Parece una receta fácil y en cambio no lo es, siempre acaba faltando algún ingrediente...

lunes, 26 de enero de 2015

Punto y final.

Cierro los ojos y lo visualizo todo.
Veo lo que vivimos juntos y lo que dejamos a nuestras espaldas. Veo el pasado. Aquel que no suponía ningún problema porque yo sentía el futuro. Y lo sentía a tu lado.
Mi vida estaba totalmente anclada a la tuya, caminando de la mano, sin separarse ni un solo segundo. No existían ni los puntos ni las comas, solamente tú y yo.
Y el saber que estarías.
Y el creer que estarías.

No existían ni los puntos ni las comas... Hasta que tú los empezaste a escribir.
Puntos y aparte en todos los nuevos días. Guiones que acababan antes de tan siquiera empezar.
Y comencé a visualizar el tan temido punto y final. Solo pensarlo me daba vértigo. Solo la sensación de no tenerte a mi lado me causaba mareos, y dolores de cabeza.
Era el punto más gordo que había tenido nunca delante. Más que punto era obstáculo.

Y dime, ¿cómo se oculta una herida tan grande que ocupa la mitad de tu ser? ¿cómo se elimina la mitad de ti mismo? ¿cómo te elimino de mí?
De mi pecho, de mi cabeza y de mi corazón. Cómo lo hago.
No se puede. Y no creo a la gente que dice que el tiempo todo lo cura. Mentira. Con el tiempo ese punto se hace más grande, terminando por enquistarse en la piel. En mi piel, esa que tanto te gustaba acariciar...
Y tendré que operarme a corazón abierto, a corazón ''roto'', para poder quitarme esta parte tuya que no se va. Porque poco a poco no se hace. O lo eliminas de golpe o no se va. Es así.

Sin embargo, no es eso lo que quiero. Yo quiero que vuelvas. Que vuelvan tu olor, tu risa, tus abrazos, tus te quiero.
Y poder volver a poner comas en nuestros textos o incluso puntos suspensivos, me da igual. Siempre que no sea nuestro final lo que escriba, siempre que no sea un seco punto y final el que acabe con nuestra historia.

No quiero escribir un fin...
... y tú me estás obligando a hacerlo.

viernes, 16 de enero de 2015

El lenguaje de los suspiros.

Todo un día necesitaría para poder describir aquel lenguaje que teníamos.
Ese lenguaje tan nuestro.
Ese lenguaje que me hacía tan tuya y a ti tan mío.

Una caricia que precedía a un beso. Un beso tan suave como el color del cielo al atardecer.
Y luego otro. Y otro. Cada vez más bruscos, con más deseo, pero igual de gratificantes que cuando puedes comerte tu caramelo favorito tranquilamente porque sabes que tienes un paquete y no se van a gastar.
Son comparaciones absurdas que me dejan explicar un poco mejor todo lo que sentía cuando tú estabas aquí. La sonrisa que no se iba de mi cara, el cosquilleo en todas las partes de mi cuerpo, cómo se me aceleraba el corazón. Esas sensaciones en mí han sido de lo mejor que he llegado a sentir.
Y me acuerdo de aquellas charlas en las que usábamos el lenguaje que solamente nosotros entendíamos, que solo nosotros hablábamos.
Se podía apreciar desde fuera pero, éramos nosotros quienes llevábamos el ritmo. Un ritmo rápido. Y ahora que lo pienso, tal vez lo fuera demasiado...

Un suspiro que se escapaba de mi boca para parar en la tuya, tan cercana en ciertas ocasiones. Un suspiro sí, pero uno de felicidad, de enamoramiento, de quererte.
Ahí está. Nosotros hablábamos un lenguaje particular. Un lenguaje de dos. El lenguaje de los suspiros.
Mi almohada olía a ti. Mi ropa olía a ti. Todo eras tú. Y yo suspiraba, no dejaba nunca de hacerlo.
Dormía a tu lado y acariciaba tu piel mientras la luz de la Luna entraba por los resquicios de la habitación. Y del mismo modo veía cómo sonreías al darte los primeros rayos de Sol en la cara. Y me sonreías a mí. Y me mirabas con aquellos ojos del mismo color del agua marina. Tan llamativos, tan alegres, tan sinceros, tan tú. Y me mirabas, me mirabas intensamente y de diferente manera al resto.
Y yo suspiraba, pero ya sabes, de enamoramiento. No conseguía hacer otra cosa que suspirar y besarte.
Y al verme así me abrazabas de forma acogedora. Tus brazos nos refugiaban a mí y a mis suspiros. Todos juntos. Y me decías 'eh, que no pasa nada, aquí estaré siempre'. Sí, ya.
Me gustaba ser parte de tu vida, no lo niego. Me encantaba, de hecho. Y odio cómo estamos ahora. ¿Cómo estamos? Más bien cómo no estamos.
¿Cómo cambió todo tanto? ¿Cuándo?
Pudimos haber seguido tal cual, tan bien. Tan nosotros y nuestro lenguaje.
¿Por qué tuviste que marcharte? ¿Y por qué no me di cuenta de que te irías y me dejarías así?
Una y otra vez me pregunto lo mismo. Y no puedo hacer otra cosa que sacar fuerzas e intentar reponerme. Volver a coger mi propio ritmo y no el de dos, no el que tenía contigo. Y volver a aprender a hablar porque, el lenguaje de los suspiros no me sirve para nada ahora. Solamente para quejarme y comparar. El mejor lenguaje que he conseguido dominar y tú hiciste que se esfumara.

Suspiro.
Suspiro de nuevo.
Pero esta vez no es de alegría, ni de amor. Esta vez es pena. Una inmensa pena que abarca a todo mi cuerpo.
Y tus brazos... Esos que me daban calidez... Ya no están aquí conmigo. Ni me pueden rodear.
Suspiro al recordar.
¿Nunca voy a dejar de hacerlo?
Maldito lenguaje de los suspiros, joder.

sábado, 10 de enero de 2015

Lógica contra Locura

Sé que el Sol te anima a venir
y la Luna te arrima a mí;
que en las mañanas me echas de menos
y las noches juntan nuestros cuerpos.

Lógica contra Locura.
Dos 'L' que nos están matando
sin dejarnos ver la más pura.

¿Guiarse por la atracción oculta
y esta pasión que mi pecho abulta,
o hacer caso a la razón adulta
que en mí ni padece ni exulta?

Ambos queremos y podemos,
aun sabiendo que no hay nada bueno
en vernos durante ciertas noches,
matando las ganas que tenemos.

Lógica contra Locura.
Dos 'L' que nos están matando
sin dejarnos ver la más pura.


domingo, 4 de enero de 2015

Y dejaron de entenderse...

Dejaron de entenderse de la noche a la mañana. ¿Eso puede pasar?, te preguntarás. Sí que puede.
De un día a otro pensaron que no se entendían. Que lo que uno hacía estaba mal y lo que hacía el otro estaba peor. Rechistar por rechistar, discutir por discutir.
Sin buscar soluciones.
Sin hablarse.
Sólo una voz que va y otra que viene. Llevándose por en medio a todo aquel que intentara aclarar la situación. Hundiendo en el mar a aquella persona que intentara ser su salvavidas.

Una con cuchillos, el otro con los puños. Sin pegarse, pero haciéndose el mismo daño.
Un vaivén de miradas de odio, de reproches que no se pronuncian pero sí que se marcan en el corazón. Un déjame en paz antes que un te quiero. Apartarse la mirada en vez de hablarse a los ojos. Negar cualquier plan sin motivos, simplemente que lo ha propuesto tu ''enemigo''.
'No quiero saber nada que tenga que ver con él', 'No quiero escuchar ni una palabra que ella haya dicho'. Esos son los pensamientos más recurridos al cabo del día.
Y la consecuencia son llantos, ríos y ríos de lágrimas por ambas partes.
Y frustración.
Y dolor por no poder volver a la situación inicial.

Sin saber qué fue el detonante, quién les obligó a estar así. Acción, persona o situación. Nadie lo aclara, nadie lo sabe. Simplemente la relación se degrada día tras día. No hay vuelta atrás.
Parece que no quieren.
Todo está en contra y no hacen nada por cambiarlo. Sólo gritarse. Gritos, gritos y más gritos. Gritos silenciosos que piden que les saquen de allí.
¿Cómo hacerlo? ¿Cómo arreglar algo sin saber por qué se ha roto? ¿CÓMO SE HACE ESO?
Y quién puede hacerlo...

Y todos los días, todas las noches, tras recordarse y dolerse a sí mismos, se preguntan qué pasó. Y por qué no hicieron nada por arreglarlo.
Ahora es tarde, y se echan de menos... Más que nunca.
Pero, pero... Es que dejaron de entenderse...