domingo, 12 de enero de 2020

Voces.

Ya no sé gritar más alto que algo no va bien conmigo. Vale, no estoy gritando, pero sí pidiendo en silencio ayuda para salvarme.
Que me salven, no.
Ayuda para salvarme.

No aguanto un día más sin saber qué soy. Siempre prisionera en el intento de definirme con respecto a y no en nombre propio. ¿No me escucho? ¿No me atrevo? ¿No arriesgo? ¿O lo hago tanto que me ensordece?

Basta de máscaras. Basta de odios infundados. Basta de mí.
De cara al público nadie me conoce y en mis sombras hay un todo incluido. Un "si te adentras pierdes seguro". Sin embargo, en este estreno no habrá ningún falso protagonista, valiente, que pase de todo aviso y se arriesgue a echar un vistazo. No. Porque no es una película, es una realidad hecha de pedazos oscuros de agujeros negros. ¿Y quién sabe lo que hay dentro de ellos? Ni el mejor científico se acerca mínimamente a la verdad del fragmento. La verdad del caos. La verdad que te desmorona si la escuchas, como un canto de sirena.

Peligros que es mejor no rozar...
O te dejarán sin fuerzas y
sin voz
para gritar.

viernes, 25 de enero de 2019

A veces nos duele el detalle más tonto.
Un pequeño rechazo de aquella persona a la que damos prioridad.
Duele porque vemos cómo otros no harían lo que nosotros sí.

Y esperar, tener expectativas, es la esperanza más contradictoria de todas las cuentas atrás.
Sin embargo, el ser humano no deja de creer. No sabemos ser realistas.
Soñar que un día saldrá bien es parte de nuestro motor básico.

Yo aún sigo tomando decisiones pensando que me irá bien. Aún lo hago. Aún creo en la suerte dentro de un mundo que no concede deseos.
Así que sí, llámame ingenua o poco realista, o incluso estúpida, porque en parte lo soy.

Y sigo queriendo serlo.

domingo, 28 de octubre de 2018

S.O.S. Aprendiendo a respirar.

De dónde sale tanta decepción si ni yo entiendo mis razones.
No esperes que sea capaz de explicarte aquello que ronda mi cabeza desordenada, poniendo prioridades a lo que no las tiene, cayendo en bucles que no son suyos y desmoronándose a pasos que yo no decido dar.

Avanzo en terreno y años aun teniendo la sensación de permanecer quieta al borde del cauce, escuchando el sonido del agua correr y evitando saltar para ser arrastrada, sin más lucha que seguir la corriente de lo que se decide correcto.

Tomo decisiones que no me ayudan, anteponiendo todo aquello que tiene que ver con el tiempo verbal de los demás frente a la primera persona del egoísmo: YO, sin saber que a veces te tienes que preferir. Porque no puedes ayudar a nadie si tú ya estás hundida y a punto de ahogarte. Es la primera ley del socorrista.

Así que,
aprende de una vez
A SALVARTE.

A veces no encuentro palabras para describir aquello que me invade.

viernes, 13 de julio de 2018

Comprendo

Latente corazón, párate ante mi puerta y grita de una vez que vienes a aprovechar el tiempo.
Cuatro veces necesité y cuatro veces perdí. Ahora, en cuarentena, derribar invisibles se hace complejo. Porque admitamos que volar alto da perspectiva, pero no libra de la caída.

Cogí demasiado impulso y de la propulsión los desperfectos queman mi casa.

Fuego.

Llamas.

Y no te lo cojo.
He cambiado a la dirección norte buscando algo que suavice la quemazón de mi piel. Y en plena Antártida tus ojos siguen creando incendios y tu aroma incita a comer.

Vuelve el calor,
y yo
comprendo de una vez
lo que significa INFIERNO.

sábado, 21 de octubre de 2017

La llegada.

Girarme y ponerme del revés para sonsacarme qué se cuece ahí dentro es una acción que se me resiste últimamente. Y admito que no estoy al control de lo que se (me) escapa imprudente.

Además, las horas no juegan al favor de nuestros besos, y no resisto que ni uno más vuele sin rumbo. Tan solo pido que los des aquí, tan cerca de mi boca que al girarme te encuentre a ti y a mi norte perdido. Tal vez así consiga enderezar lo que se desequilibró a tu llegada.

lunes, 12 de junio de 2017

Seré

Me molesta que me mires a la cara y no veas mis ojos. Que no veas cómo te añoran o cómo se les marca un ''te echo de menos'' bajo las ojeras.
Me molesta que te fueras y que lo hicieras sin tenerlo del todo claro, porque esa duda... ahora nos rompe.
Me molesta que me acariciaras en partes de mi cuerpo que ahora solo saben sentirse abandonadas por tus dedos. Y mira que los buscan, pero nunca son ellos.

Me molestas.
Me molestas aquí, en la sien, haciéndote nudo.
Deshecho pero apretado. De esos que están pero no. De esos que te pisas por estar a medio hacer. De esos que acaban no siendo nudo. Porque cuando no seas, no recordaré. Y cuando no recuerde ya no seré yo sin ti.
Simplemente seré.