viernes, 4 de julio de 2014

2.

Sí, era Carlos el de la puerta. Qué raro, ¿se cambiaba de facultad o de carrera cuando el curso ya había empezado?

-¿Se puede?- preguntó
-Sí chaval, pero no llegues más veces tarde. - contestó el Bigotes con tono serio.

Entró con la cabeza gacha y no sabia dónde sentarse así que le hice un pequeño gesto con la mano señalando el sitio que había detrás mía.

-Hola, eh... ¿Marta? - me saludó intentando recordar mi nombre.
-Hola. Ahora hablamos que esta no es la mejor clase - le contesté poniendo los ojos en blanco.
-Vaya, vaya. Así que estos dos personajes se conocen. - dijo el profe acercándose a nosotros.
-Ya estamos - susurré por lo bajo.

Seguro que ahora soltaba una de sus bromitas sin gracia que a él tanto le gustaban. Pero para mi sorpresa no dijo nada y empezó la lección.
Estaba siendo una clase aburrida aunque claro, todas lo eran para mí. Empecé a pensar en lo que iba a hacer esa tarde, qué película o qué serie iba a ver. Me decanté por HIMYM ya que era de mis favoritas.

-Marta, ¿qué es lo que acabo de explicar del electrón?
-¿Eh? Ah, mmm, no lo sé.
-Cómo no, siempre despistada. Clase, ¿en qué se parecen un electrón desviado del haz y Marta? En qué ninguno le sigue la corriente al resto.

Volvieron a saltar las risotadas de toda la clase. Se había vuelvo a burlar de mí y me estaba hartando demasiado. Algún día se las devolvería, segurísimo. Miré hacia Carla y Noelia. Ambas se estaban aguantando la risa.

-Podéis reíros, no pasa nada. Tampoco ha sido tan malo. Se lo está currando.

Miré hacia atrás y vi que Carlos también se reía. Me molestó un poco, la verdad. Y mi cara lo reflejó porque al verme dejó de hacerlo y se puso serio.
Al fin acabó la clase y pude salir de aquel infierno. Sabía que mis compañeros no se reían a mal, o eso esperaba. Aún así no había derecho a que el Bigotes me tratara de aquella forma. En ese momento decidí que no iba a volver a entrar a aquella maldita clase y lo aprovecharía de una forma mejor.
Salimos todos al pasillo a esperar la siguiente hora. Carlos se acercó a mí a pedirme perdón por haberse reído y aproveché para presentarle a mis amigas.

-¿Y cómo es que llegas de nuevas ahora? Quiero decir, ¿no era mejor esperar a que acabara el curso? - preguntó intrigada Carla.
-Bueno sí, eso dije yo pero claro, le habían ofrecido a mi madre un trabajo que no podía rechazar y además tenía que decidirse en muy pocos días. Y por eso estoy aquí. Por lo menos no he tardado mucho en conocer gente. - Y nos sonrió de una forma muy especial.
-¿Y desde dónde vienes? Porque el acento no es muy de por aquí.
-Soy Murciano. ¿Aquel culo del mundo que hay en una esquina de España? De allí.
-Eh, eh, ¡que yo también soy murciana! - le dije replicando. - Lo que pasa es que mi familia y yo nos mudamos a Madrid cuando yo era muuuuy pequeña. Tan pequeña que ni me acuerdo del tiempo que pasé allí.

Otra coincidencia. Los dos eramos murcianos y su cara me sonaba como si lo conociera de hace tiempo. ¿Qué estaba pasando? Tal vez fuera todo una casualidad pero yo no creía en ellas.
Me fijé un poco más en él y me di cuenta de lo guapo que era. Tenía un aire misterioso. Sus ojos eran marrones y muy penetrantes, pero a la vez de los más cálidos que había visto nunca. Su pelo castaño tenía un toque despeinado, fuera del look que se llevaba ahora con los lados rapados. Lo tenía más bien larguito y parecía suave. Y su boca... me parecía perfecta. Sonreía más con un lado de la cara y eso lo hacía más mono aún.
Estaba fijándome en su forma vestir cuando vi que un tatuaje se asomaba por su antebrazo. Era una especie de pluma en el interior de un triángulo.

-¿Te gusta? - me dijo enseñándomelo.

Mierda, me había pillado de lleno mirándole. Noté como me subían un poco los colores.

-Sí, la verdad es que está muy chulo. ¿Qué significa?
-Pues... La verdad es que es un dibujo que siempre he tenido en mente y no sé por qué. Pero me gustaba y pensé tatuármelo. A lo mejor un día recuerdo dónde lo vi.

Recordar. Ojalá recordara yo por qué su cara me era tan familiar.
El resto del día se pasó rápido en comparación con la primera clase. Me despedí de las chicas y quedé con Noelia para tomarnos algo por la noche ya que Carla no podía porque tenía cena familiar. Lo invité a venir.

-No puedo, estoy liado de mudanza y tal. Otro día tal vez.
-Bueno, entonces hasta mañana. Luego te veo Noe. - dije dándole un abrazo cariñoso.
-Por cierto, ¿sabéis dónde se coge el urbano 9? - nos preguntó Carlos antes de irse.
-Vente conmigo, es en mi misma parada. - sonreí.

Caminamos un rato en silencio sin mucho que decirnos. A pesar de eso, no fue un camino incómodo. Era un chico que me transmitía confianza. Y mira que yo siempre repelía a los chicos. La gran mayoría me parecían creídos y que no pensaban más que en sobresalir sobre el resto y hacerse los graciosillos. Seguro que éste era uno de los motivos por los que nunca había tenido un novio serio. Aún así, de lo poco que conocía a Carlos parecía distinto. Tal vez era por llegar de nuevas a la ciudad y luego sería como los demás. Recé porque ésto no se cumpliera y no cambiara con el paso de los días.

-Y bueno, ¿cuánto tiempo llevas en Madrid? - rompió el silencio.
-Unos catorce años o así. Toda la vida, vamos. Por eso no me acuerdo de mis cuatro años murcianos - dije intentando ser graciosa.
-Es normal. - se rió - Yo sí que no me acordaría, y menos con mi memoria de pez.
-¿Tu memoria de pez? Si pareces super inteligente.
-Tú lo pareces más.
-¿Ah sí? Que fallo más estrepitoso, ¿esa ha sido tu primera impresión de mí? ¿De la chica de la que se burlan los profesores? ¿De la chica a la que se le escapan las fotocopias al chocar con alguien? - le hice reír.
-Mi primera impresión de ti ha sido buena, te lo aseguro. - Me sonrió sacándome la lengua. - Además, me has resultado familiar y que yo sepa, no te conozco de nada ¿no?

Negué con la cabeza un poco más seria que antes. ¿Yo también le era familiar a él?
Llegamos a la parada justo a tiempo para que se pudiera subir en el urbano. Se despidió dándome un beso en la mejilla. Una vez dentro volvió a sonreírme, tan perfecto. Le devolví la sonrisa un poco embobada.

-Pero qué te pasa tonta, parece que no has visto sonreír a un chico nunca. - me dije mientras se alejaba el autobús.

En ese momento, justo en ese momento y aunque yo lo negara, ya estaba deseando volver a verle al día siguiente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario