domingo, 7 de junio de 2015

Veinti-nada

Veinticuatro días de espera me tuviste en tu portal.
Volví a buscarte noche y día, sin echarme atrás, persiguiendo lo que esta vez pensé que era lo correcto.
Me perdí en el camino, no lo negaré, pero tú eras mi mejor recompensa.
Me diste tanto sin estar, que soñaba con lo que seríamos cuando te tuviera presente.
Hoy, volvía a estar aquí, una vez más. Y pintaba bien la cosa, escuchaba tus pasos directos hacia la puerta, con ganas de abrir, de abrirte y de dejarme pasar.
Llegaba con tanta fuerza que confiaba en entrar no solo en tu casa, sino también en tu corazón, en tu vida y en ti. Todo lo tuyo lo quería como mío.
Abriste.
Y no lloré por puro orgullo pero, me conseguiste emocionar.
Se me abrían las puertas a todos mis sueños - que desde hace tiempo solo ocupabas tú - y me sentía confiada.
Tus ojos me confesaban que me esperabas. Con esa mirada no podía resistirme, me deshacías sin ponerme un dedo encima. ¿Qué llegarías a hacerme estando medio metro más cerca? Ni pensarlo podía.
¿Veinti cuántos días? Daba igual, para mí fueron veinti-nada en el momento en el que dí el paso y pisé el umbral. Estaba dentro y no pensaba marcharme fácilmente. Comenzaba todo lo ansiado.
Comenzábamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario