miércoles, 14 de septiembre de 2016

Empecemos algo sano

Acaríciame el alma a dos besos de mi pecho y consígueme segura de que no te irás ni aún siendo libre para alzar el vuelo.
Atrévete a ensuciarte las manos en un juego para nada de niños.
Quiéreme de lejos, recuérdame presente, tenme ansiosa —y cerca—, rózame los hombros, bésame suave, pero nunca te vayas. No te alejes más allá del límite de sentirte, que allí no podré verte y, sin luz, nos perderemos.

Te propongo resolver el acertijo de hacernos nuestros sin implicar atarnos el nudo que siempre nos agobia.
Porque te quiero aquí, yo insaciable, pero también te quiero allí, haciendo vida, deseoso de volver cada noche al lugar en que sonríes. Y cada risa a mí me llena. Me llena de vida, me llena de miedos.

Qué contradicción tan sana.

Mío pero nunca mío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario